quebrantapájaros (primera época)

CON LOS HUESOS POR EL AIRE

martes, agosto 10, 2004

Mensajes por debajo de la puerta

Siempre tengo la sensación cuando llego a la puerta de mi casa que, en mi ausencia, alguien ha venido. Entonces yo, al mover hacia abajo el picaporte y empujar, voy a sentir arrastrarse un papelito.

Imagino (o presiento) la angustia del visitante al no encontrar a nadie. No importa el mensaje en sí. Importa que un resabio amargo de esa desazón se pega a la hoja, que la caligrafía muta asombrosamente al apoyar el trozo de papel en la pared o en la mano, que la tinta de la bic se entrecorta al escribir horizontalmente. Además, el conocido en cuestión se va sin saber la suerte que le depara a su nota.

Sin embargo, la mayoría de las veces, llego escupido por las babas de una rabiosa realidad, muevo la hoja de la puerta y nada. Ni nadie.

¿Por cuál de todos los umbrales, ya dentro de la cocina, debo arrastrar el mensaje avisando que todavía no habito aquí?

Formas de soledad.