quebrantapájaros (primera época)

CON LOS HUESOS POR EL AIRE

jueves, agosto 19, 2004

El (otro) Gran Pez

Podría contarles cómo otra vez Tim Burton lo logró. Sí, es que el muy taimado sabe cómo arreglárselas para crear esos microcosmos tan alucinantes, esos hipnóticos pueblos o ciudades donde, en la vida de una persona común o con manos de tijeras, todo es posible. Sin embargo, lo que este melenudo director despertó en mí es otra cosa.

Cuando tenía unos cinco años (como el hijo de Bloom), descubrí, hacia el final de un verano, que en la pierna de un vecinito de unos ocho, se abría una enorme cicatriz. Era como un bordugón de unos quince centímetros. Al preguntarle con qué se la había hecho, me contestó: “me mordió un delfín cuando fuimos en enero a Mar del Plata, creo que en la Bristol fue, mientras me metía al mar”. Recuerdo que me dejó pasmado.

La anécdota es trivial. No obstante, si no hubiera sido porque el domingo pasado no alquilaba “The Big Fish”, jamás habría reparado en que llevaba más de veinte años creyendo la “historia” del delfín. Nunca, en estos años, me había detenido a pensar que en realidad ese hecho era imposible, que seguramente se había lastimado con esos frenos de bicicleta de antes que eran de fierro.

Entonces, me dije, todo fue un invento de mi amigo, un embuste. Pero, por qué no dejo de imaginarme a un gran pez grisáceo e inquieto entre las olas, tratando de pellizcar con los dientes la pierna de un niño.

En todo caso mi vecino se lo merecía por mentiroso.