Dice mi mujer que anoche me levanté con los ojos rojos de furia, desnudo pero envuelto en una sábana y enfilé para el patio. Mientras ella trataba de entender qué pasaba, oía que hablaba en media lengua unas cosas extrañísimas.
Desde hoy no cenaremos más arroz con pollo. El demonio tiene cara de azafrán.
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