quebrantapájaros (primera época)

CON LOS HUESOS POR EL AIRE

lunes, febrero 07, 2005

La ciudad invisible (color local y visitante)

Y como si una copa de vino se volcara, el sol comienza a manchar de rojo la punta de los álamos. La persona que entra a esta ciudad debe saber que todo lo que escuchó antes, ahora le va a sonar desconocido o por lo menos lejano. Aquí, los sonidos pasados se lavan en una canaleta de agua clara y se tienden para orearlos con el eco de un sauce llorón. Los habitantes de esta ciudad no tienen más hogar que sus propios cuerpos. Lo más cercano a una casa que poseen son lonas de variados colores, por si los sorprende alguna lluvia. Pero, si pasan toda una tarde fuera, sus ojos no sabrían reconocer a simple vista cuál es la carpa donde durmieron la noche anterior. La ciudad los habita a ellos y ellos la reciben con las puertas y los brazos abiertos.

Cuando en la frágil ciudad, la noche baja por las ramas de los árboles; la gente empieza a colgar de ellas hilos, cables, cuerdas que sostengan una luz, una luz que sostenga una mesa servida, una mesa que sostenga el pan. Pan que no tiene un amo como tampoco lo tienen los pobladores.

Los habitantes de la sutil ciudad de Capiz viven una ajena pero feliz anarquía.