quebrantapájaros (primera época)

CON LOS HUESOS POR EL AIRE

miércoles, septiembre 01, 2004

"Post" Crucifixión

Como les deslicé en mi último post, he cumplido 28 años. ¡Qué alivio, por favor!

Es que me pasé los 366 días de mis 27 (sí, porque encima cayó bisiesto), rogando al dios que no tengo, que se fueran lo más rápido posible.

27 años. Fecha fatídica para el mundo de la música: Janis Joplin murió a los 27. Jim Morrison también se fue a encenderle a esa edad la llama a Lucifer. Además, Hendrix partió, dos años después de cumplir un cuarto de siglo, a enseñarles un par de trucos a los arpistas de Saint Peter. Y, más cercano a nuestras huestes (pero más lejos de la música), Rodrigo, pronto a festejar sus 28 se "empotró" en los guardarrails de una ruta.
Sin embargo, contrario a lo que se podría creer, mi temor no era terminar trágicamente como estos grandes artistas. La vida y la muerte no son algo que se rijan por caprichosos números (aunque despotrique la ex "Hechiceras", hija de Calabró).

Lo que más me helaba la sangre era que, aunque no fuera músico (ya que todavía no puedo sacar en mi criolla el "Chu chu uá" completo para mi hija), me veía en la obligación con esa cantidad de años de cantar como si tuviera la garganta llena de ortigas, escribir canciones y poemas eróticos a mi madre, hacerme un asadito a las brasas de una Gibson Les Paul y arrancarle una sonrisa al Diego y su mano de Dios. Esto, como ya se habrán dado cuenta, jamás sucedió en los 12 meses de mis 27.

Por eso el alivio, la tranquilidad, la paz... ¿la quietud? Sí, la imperdonable quietud.

Ahora, sólo me queda esperar los 33.