Tu memoria y la mía
Supimos remontar tristezas estrellando vasos (no vacíos) de Fernet. Pero toda esa negrura amarga, ahora baja por mi garganta y se ha clavado con uñas y dientes en el hueco de mi pecho.
Alguna vez te comparé con un libro (al regalarte "Ojos de perro azul"), pero el sábado leí tu última página y cerré la contratapa para no olvidarte nunca más.
¿En qué parada de micro te volveré a encontrar, Pocho querido, por última vez? (Espero que la lluvia haya cesado)
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