Gallito ciego
viene a mojarse los pies a la luna...
Luis Alberto Spinetta
Ella además sabe estar sola entre todos. Lo ve y quiere jugar de la única manera posible, a oscuras. No hay vendas, tampoco rostros. Sus manos disponen del poder de la mácula, pero son su voz y sus palabras las que hacen que a él se le detenga la sangre.
—Mis dedos te recuerdan de otra forma que mi cerebro, dice ella.
—A la memoria la afectan los años. Los dedos son los soldados del tiempo.
—Entonces, la guerra podrían ganarla los besos.
Él ya le sonríe adentro de su boca.
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