quebrantapájaros (primera época)

CON LOS HUESOS POR EL AIRE

jueves, septiembre 30, 2004

Cerdo urbano

Toda ciudad tiene su faz oscura, la otra cara irrenunciable de la moneda, su oculta verdad.

Mañana de Zonda en altura. Tomo el micro que va a Palmira. Esta ciudad quedó reducida a la desocupación cuando los trenes se fueron "uno a uno" por las menemistas vías de la revolución productiva. El motivo de mi viaje era que, muy amablemente, el Banco me había intimado a cancelar una deuda con una tarjeta.

No habíamos alcanzado a recorrer ni la mitad de los 7 kilómetros que separan una ciudad de la otra, cuando el chofer paró el motor y nos dijo: crúcense al otro que va por la autopista porque hay un piquete en la entrada de Palmira. Los remiseros "truchos" exigían ser legalizados.

Mi primer piquete, dije sobresaltado. Soy el Gastón Pauls cuyano. Entonces, el ómnibus se metió por barrios desconocidos con calle de tierra y salió a la ruta 7 luego de mucho trajinar. Un pibe de barbita candado sacó el celular último modelo y llamó al trabajo para justicar la tardanza ."Estos grasas", le alcancé a escuchar. Cuando entramos por la parte del río, nos pararon de una escuela e invadieron el pasillo entregando cartulinas con yerba y brillantina pegadas. "El árbol es nuestro amigo", coreaban como atómatas. Uno de jopo engelado y discman en los oídos, por poco no se deschavetó.

Llegué por fin al Banco. Soporté como pude la humillación de explicarles que con la crisis no había sido posible seguir pagando, que la falta de continuidad de trabajo, que necesitaba más tiempo...

Salí. En la parada, un remisero de los truchos me preguntó si iba a San Martín. Me subí con él y a la segunda cuadra nos confesó sus motivos de no plegarse al piquete. "Todo es al pedo", finalizó con amargura.

Y sí, pensé. No soy rubio ni tengo los ojos celestes ni hablo con esa dicción cadenciosa de Gastón Pauls. Pero, lo que más me reventó esa mañana de Zonda en altura, fue no escuchar ese bandoneón a lo Piazzola de cortina, para cerrar esta historia de dos ciudades que "no dejan de mirarse ni de odiarse".

Para Ítalo Calvino

domingo, septiembre 26, 2004

La sabiduría de una Madame

a Débora, Lorena, Laura, Natalia y Sergio.
Abandoné el alcohol pero no su causa...
Marguerite Duras

lunes, septiembre 20, 2004

Escuela de vida

Mi prima me contó que la madre (mi tía que es maestra) presenció en un recreo este diálogo entre dos compañeras:

A:- ¿Viste que la de 3º tiene un amante?
B:- Yo ya lo sabía porque estaba mucho más flaca que en marzo.
A:- ¿Qué tiene que ver?
B: -Y porque cuando adelgazás es porque estás enferma o tenés un amante.
A: -¡Plop!

La panadería del terror

Mientras la señora de la panadería de mi barrio metía en la bolsa de papel los polvorones, yo le contaba cómo había veces que no me quedaba otra que darle un "chirlo" en los pañales a mi hija o, si quería tocar el enchufe, un golpe seco en las manos "pa' que aprenda"...¡ Si hubiera sabido lo que me esperaba!

"¡En las manos nunca!", me dijo y comenzó a amargarme la mañana. "Eran vísperas de Navidad en Las Catitas, un matrimonio tenía una nena un poquito más grande que la tuya. Habían comprado un juego de living nuevo. Durante la siesta, la nenita rajó todos los sillones con una tijera que la madre había dejado olvidada en la mesa para sacarles el nylon. Al levantarse y ver semejante espectáculo, el padre le pegó tanto tanto en las manos que se les engangrenaron y se las tuvieron que amputar. Al otro día, cuando el padre se estaba afeitando, la nena se le acercó y mostrándole los muñones vendados le preguntó 'Papi, si me porto bien, Dios me va a devolver mis manitos en Navidad'. El padre cerró la puerta del baño y se pegó un tiro en la boca..."

No hubo dulce de leche que me alegrara el desayuno.

miércoles, septiembre 15, 2004

Desde adentro

A veces pienso que escribir (poemas, cuentos, cartas, mails, post, mensajitos en la heladera) tienen una cierta analogía con soplarse la nariz. Sí, ya sé que "suena" escatológico, pero hay que detenerse un minuto y reflexionar... Inmediatamente después que estremecemos con una fuerza inusitada todos nuestros cornetes sobre el Clínex, abrimos el arrugado papel y (con perverso asco) observamos que, toda esa masa viscosa mezclada con sangre, estaba hace segundos dentro nuestro. Y nos avergüenza y la tiramos a la basura.

A veces pienso que a la literatura le sobra audacia.

viernes, septiembre 10, 2004

Los eufemismos de la tía Fany

Situación: mi madre (o sea su hermana) internada indefinidamente en un Neuropsiquiátrico, la casa de ella deshabitada...

Yo: ¿Qué hacemos con el perro? En mi casa no lo puedo tener porque muerde.
Tía Fany: ¿Y si vas a la veterinaria, le pedís una "pastillita" y nos dejamos de joder?
Yo: ¡¿?!

jueves, septiembre 02, 2004

Fantasías animadas

Test para entrar: si sos capaz de entonar la siguiente melodía, adelante...

"Pequeño poney/ mi pequeño poney/ cada día te quiero más"

Estos son algunos de los dibujos que, de manera arbitraria y deshonesta, programaban los 2 canales de aire mendocinos durante el alfonsinato (cortes de luz mediante):

He-Man: héroe de los ochenta como ninguno. Presentaba a una especie de mezcla entre el príncipe valiente y Oggy Junco que, gracias a una fálica espada, se transformaba en un patovica bronceado. Se destacaban Esquéletor, el tigre Battlecat y Orko (¿qué habrá pensado Tolkien de semejante afano?). Me quedo con la secuela de la hermana She-Ra, donde el peor enemigo era su propio padre (todos nos sentíamos identificados).

Mazinger-Z: me aburría como loco, lento para meter la navecita roja en la cabeza y el doblaje no coincidía con los labios de los personajes. Pero el comentario en los patios de la escuela era "qué tetas tiene Afrodita".

Los Pitufos (visión psicobolche): Una aldea de pequeños, azules y amigables duendecillos donde no había sistema de gobierno ni distinción de clases sociales. Un viejo de barba blanca les impartía su sabiduría (Marx) y vivían del sustento propio sin depender de inversiones foráneas. Constantemente, eran atacados por el malvado y capitalista Gargamel (Reagan) y su implacable gato Azrael (la Tatcher) para hacer, con 6 pitufitos, mucho oro.
Para el olvido: el mito urbano de los pitufos asesinos y la fábrica de pitufos de arcilla que nunca les salía bien la colta.

Pequeño Poney & Friends: ¿Primero apareció el muñequito al que se le peinaba las crines o la serie animada? Nunca lo sabré. Me encantaban los Glowfriends que vivían debajo de la tierra y los Potatoes Head kids. Aunque todavía no me recupero de sus ñoñas canciones.

Robotech: Lo siento, no la vi. Pero mis amigos más losers guardan como un tesoro los videos de cuando repusieron la serie en Magic Kids. Prefería "Voltron" y "El justiciero": torpedo volador...¡Fuego!

Los Gobots y Transformers: ¿Qué podía salir de la desdichada idea de que un auto, un avión y una scooter se convirtieran en robots?: Un exitaso. Hasta me re-enganché con los muñequitos articulados. Vuelvo a preguntar: Cuando el camión Óptimus Prime se convertía en robot ¿dónde cuernos metía semejante acoplado?

Los Thundercats y Los Silverhawks: dos clones que me gustaban por igual. Un grupo de humanoides, mitad felino unos, mitad halcón otros, vivían en sendos planetas asediados por villanos de toda calaña. Estuvimos desde el 2000 hasta el mes pasado con un grupo de amigos para acordarnos cómo carajo se llamaba el malo de los Halcones galácticos. Hasta hicimos cadenas de mails. ¡Qué nabos, por Dios!

Jem & The Holograms: Recién llegado del colegio, a 15 minutos de comenzar el noticiero del mediodía, me encontraba con una banda de ¿rock? pop liderada por Jem (que en la vida real era una tímida periodista) que se batía con The Missfits (unas pseudopunks con cara de culo) por el estrellato y el amor de un flaco que se parecía a George Michael.
Este dibujo evidenció hasta qué grado había llegado la fiebre (uterina) por la chica material, Madonna...

Por supuesto, todo lo pasaban en un menjunje con los clásicos de Disney, Bugs Buney, Tom y Jerry, El Pájaro loco, y ya en los menemistas '90, Tribilín pasó a ser Goofy (en las "cajitas felices"), Piolín mutó en Twitty (para los calcos) y Gasparín se transformó en Casper (para las películas). Y..."Esto es todo, amigos".

¿Todavía te estás preguntando cómo se llamaba el malo de los Siverhawks? Chí, chí, chí, amo.

miércoles, septiembre 01, 2004

"Post" Crucifixión

Como les deslicé en mi último post, he cumplido 28 años. ¡Qué alivio, por favor!

Es que me pasé los 366 días de mis 27 (sí, porque encima cayó bisiesto), rogando al dios que no tengo, que se fueran lo más rápido posible.

27 años. Fecha fatídica para el mundo de la música: Janis Joplin murió a los 27. Jim Morrison también se fue a encenderle a esa edad la llama a Lucifer. Además, Hendrix partió, dos años después de cumplir un cuarto de siglo, a enseñarles un par de trucos a los arpistas de Saint Peter. Y, más cercano a nuestras huestes (pero más lejos de la música), Rodrigo, pronto a festejar sus 28 se "empotró" en los guardarrails de una ruta.
Sin embargo, contrario a lo que se podría creer, mi temor no era terminar trágicamente como estos grandes artistas. La vida y la muerte no son algo que se rijan por caprichosos números (aunque despotrique la ex "Hechiceras", hija de Calabró).

Lo que más me helaba la sangre era que, aunque no fuera músico (ya que todavía no puedo sacar en mi criolla el "Chu chu uá" completo para mi hija), me veía en la obligación con esa cantidad de años de cantar como si tuviera la garganta llena de ortigas, escribir canciones y poemas eróticos a mi madre, hacerme un asadito a las brasas de una Gibson Les Paul y arrancarle una sonrisa al Diego y su mano de Dios. Esto, como ya se habrán dado cuenta, jamás sucedió en los 12 meses de mis 27.

Por eso el alivio, la tranquilidad, la paz... ¿la quietud? Sí, la imperdonable quietud.

Ahora, sólo me queda esperar los 33.