quebrantapájaros (primera época)

CON LOS HUESOS POR EL AIRE

miércoles, agosto 31, 2005

Autoentrevista por el aniversario de Quebrantapájaros

—Trataré de no ser tan incisivo como Tenembaun y menos choto que Majul.
—Está bien, pero lo dudo.
—¿Por qué decidiste tener un blog?
—Me enteré por Sergio. Me dijo: “Miranda tiene como un diario personal en internet, un blog ”, entonces le pregunté si era un “block” Triunfante a rayas o a cuadros. Luego de sus gastadas, recordé que cuando era chico, mis compañeritas de primaria andaban con esos diaros de tapas de hule herméticamente cerrados con un candadito. Siempre quise tener uno, pero eso era “cosas de maricas”.
—¿Querés decir que tu blog fue como una liberación sexual?
—¡Qué poco tardó en salirte el Majul!
—Perdón... Entonces ¿por qué Quebrantapájaros?
—¿Por qué no? Siempre me gustaron los téminos compuestos: “nomeolvides”, “siemprevivas”, “quesoydulce”. No, en serio, fue un homenaje semi-oculto a la prosa poética y de vuelo alocado del “Espantapájaros” de Girondo.
—¿Cuál es tu mejor post?
—El que todavía no escribo... Aunque eso me sonó muy “rockstar”. En realidad todavía me río mucho con mi post Fantasías animadas.
—¿Tiene algún sentido ocupar este sitio?
—Por supuesto, no así esta entrevista. Lo mejor de postear son los comments. Pareciera que el calor de polemizar por todo hubiera vuelto desde los setentas.
—¿Qué tenés para decir de tus “Blogs amigos”?
—Amigo es un una palabra muy amplia ¿Amigos de quién? Yo no les firmaría un cheque.
—Jugate, ¿cuál es el mejor?
—Eeeeh... ¡TAXI!

Educación antiimperialista ¡Now!

Nieva copiosamente en la ciudad. Después de más de veinte años, una nevada importante, de esas que borran los límites espaciales y de edad. Todos juegan a las guerritas de copos y a construir esos muñecos que dan más miedo que el mismísimo Chuky. Mi hija de cuatro años se asoma a la ventana y se me viene corriendo con una nívea sonrisa, me abraza las piernas y grita:
¡Papi, papi...Llegó la Navidad!

domingo, agosto 21, 2005

Soy Pan, Peter Pan

Estoy a punto de cumplir los 29 y todavía no egresé de la Escuela de robinsones.

miércoles, agosto 17, 2005

Tu memoria y la mía

A la de Gabriel

Supimos remontar tristezas estrellando vasos (no vacíos) de Fernet. Pero toda esa negrura amarga, ahora baja por mi garganta y se ha clavado con uñas y dientes en el hueco de mi pecho.

Alguna vez te comparé con un libro (al regalarte "Ojos de perro azul"), pero el sábado leí tu última página y cerré la contratapa para no olvidarte nunca más.

¿En qué parada de micro te volveré a encontrar, Pocho querido, por última vez? (Espero que la lluvia haya cesado)

miércoles, agosto 10, 2005

Lo volvería a hacer

Hace unos años regresaba de la facultad por la calle 9 de julio de Mendoza. Crucé de vereda y me puse a ver la vidriera de una casa de música e instrumentos. Guitarras eléctricas y acústicas, bajos, baterías. Todos relucían con ese brillo que despide lo ajeno. Bajé la mirada, “Oferta: Armónica Bluesband, $5.-“ Me enamoré, enloquecí por completo. Mis labios querían besarla a lo Jim Morrison para que encendiera mi fuego. Me metí las manos a los bolsillos y sólo salió un billete amarronado con la cara de San Martín a punto de borrarse. Eran apenas unos centavos más de lo que necesitaba para el micro de vuelta a mi ciudad. “Sólo me alcanza para la armónica”, pensé. Y la compré sin culpas. Salí, la saqué de la estrecha caja, retiré la envoltura como de un papel manteca, acerqué mi boca y exhalé un tímido aliento. ¡¡¡Puff!!! El encanto había desaparecido y yo ni siquiera había llegado al melodioso orgasmo que esperaba. Luego caminé el kilómetro y medio que hay hasta el Acceso Este y me puse a hacer dedo.

Con la música a otra parte me fui, como quien se desangra.

El terror de todo padre

-Padre- dijo Yuko la mañana de su cumpleaños, junto al río plateado-, quiero ser poeta.
El sacerdote frunció el ceño de modo casi imperceptible, pero ese gesto traslucía una profunda decepción. El sol se reflejaba en las tornasoladas aguas. Un pez luna pasó entre los abedules y desapareció bajo el puente de piedra.
-La poesía no es un oficio. Es un pasatiempo. Un poema es agua que corre. Como este río.
Yuko clavó la mirada en el agua silenciosa y huidiza. Luego se volvió hacia su padre y dijo:
-Es lo que quiero hacer. Quiero aprender a mirar cómo pasa el tiempo.


Fragmento de la novela Nieve,
de Maxence Fermine (escritor francés)

sábado, agosto 06, 2005

Lo que callan las palabras

Cecilia siempre dice lo que piensa
y casi nunca piensa como yo...

¿Será por su palabra muda? Habrá que arrimar la oreja entonces.

viernes, agosto 05, 2005

Cuestión de tamaño

El martes pasado estuve viendo con mis alumnos de 2° de polimodal, dentro de los subgéneros literarios, uno de los más interesantes que es el microrrelato o cuento hiperbreve. Hablamos de su poder de condensación, de su efecto sorpresa, de cómo el lector debe completar lo omitido por el autor. Entonces para motivarlos y darles un par de ejemplos, les copié en el pizarrón:

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” de Augusto Monterroso.

“Huyan. Ahí vienen los ladrones de palabr...” de Ana María Shua.

Luego de analizar otros textos de Monterroso, les hice redactar a modo de taller (no creo en la literatura de inspiración pura, pero tampoco en la forzada) un relato breve. Un alumno, con una cara de pícaro de exposición, se arrimó a los cinco minutos. Sonriendo maliciosamente me entregó su hoja y había escrito:

“Cuando se dio vuelta, el burro había desaparecido”.

Creo que mi carcajada se escuchó hasta en la capilla del colegio. Genial.

martes, agosto 02, 2005

Argumento imposible para un relato

No es un sueño. Sería un final muy evidente. Tampoco los personajes protagonistas se identificarían con gente conocida. Es un triángulo isósceles, sólo dos de sus lados son iguales. El lado que queda desparejo y menor, es decir, la base del triángulo, podría ser un niño de no más de 8 años. Los otros lados serían un matrimonio y el padre del niño. La escena sucedería en una pileta (a lo Lucrecia Martel). El padre del chico desea a la mujer de su prójimo, la mujer desea al padre del chico y el projimo en cuestión (el marido de la mujer) desea al chico. El marido sabría de la relación furtiva entre su mujer y el amigo. El marido usaría a su mujer como celada para distraer al padre. En realidad hay dos piletas, la grande y la que es para niños. En una estarían los amantes. En la otra, el chico y el amigo de su padre. En el agua de la pileta grande, los amantes se hunden en un beso. En la escasa profundidad de la pileta chica, el hombre acaricia los muslos del niño con la excusa de enseñarle a nadar. El padre del niño también podría saber o intuir que su hijo es la carnada, lo que él necesita para sus juegos. Todos harían su juego, menos la parte más pequeña del triángulo, la que sostiene todo. Podría contarse en tercera persona omnisciente, como si fuera Dios el que se complace con lo que ve y escucha, además de lo que sienten los personajes. “Pero no -me aconseja Fernando-, el narrador debería ser el niño, él se merece al menos esa revancha. Dios -termina diciéndome- no tiene nada que hacer en esta historia.”